Picasso. Tauromaquia. Pinturas, dibujos y grabados en la colección del Museu Picasso de Barcelona

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Detalles

VVAA. "Picasso. Tauromaquia. Pinturas, dibujos y grabados en la colección del Museu Picasso de Barcelona". Fundación Manuel Ramos Andrade. Salamanca. 2010. 

Esta obra recoge las obras expuestas en la muestra "Tauromaquia. Pinturas, dibujos y grabados en la colección del Museu Picasso de Barcelona" con obras de Picasso celebrada en el Museo Art Nouveau y Art Déco Casa Lis (Salamanca) del 1 de junio al 19 de septiembre de 2010.

Tamaño: 21 cm de anchura x 28 cm de altura.

Páginas: 169.

Tapa blanda.

Idioma: español/inglés.

Imágenes de la exposición en el Museo Art Nouveau y Art Déco - Casa Lis. 

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El toro y el torero, la corrida, el mundo taurino en general son un tema constante en la extensa producción artística de Pablo Picasso. Desde sus primeros bocetos infantiles hasta los grandes lienzos coloristas del final de su vida, la tauromaquia se yergue como un motivo que atraviesa épocas y estilos, mutando de aspecto y significado, pero acentuando siempre su riqueza y complejidad plástica y la tensión dramática entre la vida y la muerte.

La selección que aquí se presenta consta de 24 óleos y dibujos de los períodos de infancia y juventud, 54 grabados y 26 planchas, y permite observar tanto   la evolución artística de su creador, como el significado y simbolismo de cada época.” (Malén Gual)

La dificultad de reflejar plásticamente la fiesta de los toros proviene de una incompatibilidad semántica. Esta afirmación que pudiera parecer paradójica, dado que la tauromaquia es un arte eminentemente plástico, no lo es tanto si tenemos en cuenta que la corrida, como la danza, es un arte efímero y fugaz que se desarrolla vertiginosamente en el tiempo. (…) Raramente los artistas, tanto del pasado como del presente, penetraron en la esencia de la tauromaquia, en la verdadera y quizá imposible “fiesta por dentro”. Esta constatación no implica la negación de la calidad artística de ciertas obras  -los ejemplos de Gustave Doré, y especialmente de Goya nos lo demuestran-, más sí una sentida queja frente a la incapacidad de un arte –el de la pintura o el de la estampa- para reflejar en profundidad no solamente la belleza y la creatividad de situaciones memorables pertenecientes a otro lenguaje estético basado en el movimiento y en la fugacidad de lo sublime, sino también la sorprendente pervivencia de un sacrificio ritual.

Tal dilema aparece reflejado en las obras juveniles de Picasso relacionaas con la corrida, y ya en la madurez, en varias series de dibujos, grabados y cerámicas, en donde las formas, con frescura y ligereza, son tratadas como siluetas de un teatrillo de sombras. (…) La obra de Picasso se inscribe dentro de un reducido grupo de pintores pertenecientes tanto al pasado como al presente, que sin saberlo conciben su arte como una sucesión de buenas faenas pictóricas, y que al torear sus propios fantasmas y fabricar verdaderos “monstruos plásticos”, convierten su labor en un trabajo arriesgado, en un dinámico combate en el interior de un voluntarioso y codificado rito.”   (Antonio Saura)

 




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